Crónicas perdidas: Undersun, música sin sombras desde el Bajío mexicano (reseña de un concierto de marzo de 2018)

por Esteban Cisneros*

Undersun se presentó el 9 de marzo de 2018 en el foro cultural El Cortejo, en el barrio de San Juan de Dios en la ciudad de León, Guanajuato. Fue uno de varios conciertos que dieron en ese lugar durante esa temporada.

Escribí una crónica al día siguiente, pero jamás la publiqué. Sí se publicó en este blog, en cambio, una excelente reseña de Armando Navarro «Navarrock» del mismo concierto. Supongo que me di por satisfecho y archivé mi texto.

Hoy, en plena segunda ola de Covid-19, la situación es volátil. Entre todas las sensaciones angustiantes, está también la añoranza de la calle, de la música en vivo, de los amigos. Me pareció bueno rescatar el texto para recordar esos tiempos buenos (son casi tres años, pero parecen muchos más) y para darnos fuerza para lo que vendrá. Y para seguir hablando de Undersun y de nuestra música local, cómo no, porque lo vale. Por eso rescato esta crónica perdida. Ya no lo está más.

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Banzi y yo entramos. El lugar, a unos pasos de la plazuela del barrio viejo de San Juan de Dios, se llama El Cortejo. Se camufla muy mal entre las casas añosas porque, aunque la fachada no ha cambiado en años, una luz extraña (como de portal mágico) emana de la puerta acompañada de una música de inconfundible carácter. Es una experiencia inusitada: ahí dentro sólo hay tres o cuatro mesas apretujadas, un escenario y un pasillo que sirve lo mismo para la barra de bebidas que como camerino de la banda y paso al retrete. “Es, incuestionablemente, el foro más pequeño de León”, nos dice Armando, quien nos recibe; ya nos apartaba dos lugares, por lo que fuimos los últimos en tomar asiento. Le acompaña Cecilia, expectante, y Don Efrén, el Conejo Contreras, leyenda del rock leonés.

El show comienza puntual. A pesar de haberlos escuchado cientos de veces en disco, de seguir sus huellas por la ciudad, de escarbar viejas notas de periódicos, es la primera vez que veré a Undersun en vivo. La emoción está justificada, pues es uno de los grupos legendarios de la localidad. Estamos a punto de ver historia en persona.

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Undersun se formó a inicios de 1981. Cuatro hermanos que vivían en la calle de La Paz, obsesionados con los discos de Yes, Genesis y Camel, con cursos en la Escuela Superior de Música de León, se pusieron a tocar rock. Mauricio (teclados), Jaime (guitarra), Francisco (batería) y Jorge (bajo), un cuarteto atípico que soñaba con cosas grandes. La leyenda de los Pérez González. El nombre, de claras intenciones progresivas, marcó su devenir.

Tuvieron numerosas tocadas en la región. Destacan las de la Arena Isabel en el Barrio de Santiago. Alternaban con los nombres grandes de aquella época: Garabato, Arco Iris Band, Johnny Lyz. No lo hacían mal y, contrario a la costumbre, componían su propio material. Se animaron a participar en el Festival de Nuevos Valores del Rock Nacional con el tema “Cosmo Rock”, un instrumental. Quedaron en quinto lugar.

El rock en la ciudad nunca se ha caracterizado por ser muy prolífico ni muy constante. Pero Undersun siguió. Entre 1983 y 1984, hicieron mancuerna con el guitarrista Armando Luna. De ahí surgió un demo que apenas circuló, Himno al universo. Se trata de una sinfonía eléctrica dividida en movimientos, con temas largos, pasajes instrumentales y letras crípticas sobre cuestiones místicas, el big bang y las eras geológicas. Las cintas se quedaron guardadas por años y, a la fecha, no se han editado de manera oficial.

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El primer LP de Undersun, Música sin sombras, se editó en 1989. Aunque grabado en el otoño del ’87, cuestiones de presupuesto aplazaron el lanzamiento. El disco es un pequeño gran hito del rock leonés en particular, mexicano en general.

En la segunda mitad de los años 80, Undersun conoció a Arturo Meza, el proverbial e histórico músico brujo. No solo congeniaron, colaboraron. Los Pérez González giraron con Meza e incluso fueron su grupo de acompañamiento. Compusieron juntos. Y, como toque final, se metieron al estudio: Meza en los controles y Undersun en la cabina. El resultado de, cuando mucho, un par de sesiones en los estudios Área de la Ciudad de México fue Música sin sombras.

El álbum, si me permiten, es tremendo. Desde la portada, fragmento de una foto de Maier del libro Expediciones del reino animal de la editorial Grolier, icónica, hasta la etiqueta del disco, una especie de pequeña estampa medieval. La música evoca a los héroes musicales de los hermanos Pérez González, pero están mucho más contenidos que en Himno al universo; ocho temas, tres de ellos instrumentales, repletos de ideas y melodías. Sin abandonar su vena progresiva, los Undersun se arriesgaron a hacer canciones con estructura pop.

Música sin sombras abre con “Es el tiempo”, con ecos de Yes y ELP. “Inventando sueños” es más oscura y acelerada y se acerca con peligro al hard rock. Sigue “El visitante (Halley)”, una masterpiece instrumental, uno de los momentos más brillantes de Undersun. El lado A concluye con “Puede pasar”, una delicia del prog nacional de los 80.

El tema titular, con el que comienza el lado B, es la canción emblema del grupo. Compuesta por Mauricio Pérez González, Arturo Meza estaba tan enamorado de la pieza que pidió escribirle una letra y cantarla. Es un punto cumbre del álbum, que no baja de intensidad tras “Tierras búdhicas”, otro maravilloso instrumental. “Puerta del sol”, un tema atmosférico, nivela los latidos producidos por los dos temas anteriores (también es clara la influencia de Yes y del primer Genesis) y el disco termina con “Tú no sabes”, con versos new wave e interludios musicales más elaborados y prog; se une aquí la flauta transversal de Alejandro González.

Música sin sombras es un título más que apropiado para esta gran colección de canciones. El disco fue editado de manera independiente en LP. Las copias originales se cotizan bien. A inicios de los 90 se editó también en cassette con algunos tracks adicionales en vivo que dan fe de otro hecho histórico: la presentación del álbum en el Teatro Doblado, el primer concierto de rock en el recinto.

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Banzi y yo salimos. Estamos un poco mareados de cerveza y un mucho de música. Lo que acaba de suceder fue estupendo. El aire del barrio viejo de San Juan de Dios sopla fresco y nos devuelve a la realidad. Undersun es, sí, historia en persona. Es 2018 y ya se han cumplido treinta años de la grabación de Música sin sombras, pero las canciones siguen tan vivas como en aquellos tiempos. Los hermanos Pérez González ya son más viejos, pero se nota poco: apenas algunas dudas en la primera canción y que Mauricio ya no toma la voz principal, porque se siente un poco enfermo de la garganta. Pero aquí está otra de las peculiaridades del grupo, pues su hijo toma el micrófono y canta. En algún momento, el hijo de Jaime toma la guitarra y toca. Y, claro, Francisco se levanta de su lugar en la batería y la cede a su hijo. El relevo generacional está listo: Undersun y sus herederos.

Esta música no tiene sombras. Y aunque hay quien ha querido ahuyentarla y ponerle trampas, aquí sigue y seguirá. El Bajío mexicano, ese lugar extraño y contradictorio, ha sido testigo de ello.

C/S.

*Esteban Cisneros (León, Guanajuato) es panza verde, escritor, músico de tres acordes, lector, dandi entre basura. Cuanto sabe lo aprendió entre surcos de vinilo y vermú y los Beatles. Está convencido de que la felicidad son los 37 minutos que dura el primer disco de Dexys Midnight Runners. Procura llevar una toalla a todos lados por si hay que hacer autoestop intergaláctico. Edita el fanzine y blog La Trampa del Bulevar y ha colaborado con periódicos, revistas de circulación nacional, otros fanzines y revistas digitales.

2 comentarios

  1. Corrección, los hermanos Perez Gonzalez, (los totis para los amigos) vivían en la calle de la Paz 420.. y su ayudante en el sonido el Ing Victor palomo

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