«I’m not a trendy asshole». Una charla entre Richie Almaguer y Arturo Mockertino (Sinnk) y Esteban Cisneros a propósito de los 30 años de ‘Smash’ de The Offspring #FueEn1994

texto de Esteban Cisneros*
a partir de una conversación con Richie Moontide Almaguer y Arturo Mockertino

El 8 de abril de 1994, el día en que el mundo se enteró de la muerte de Kurt Cobain (ocurrida, según el forense, tres días antes), salió al mercado Smash, el tercer disco de The Offspring. La banda de Garden Grove, California, llevaba diez años dando vuelo a un punk veloz y agresivo. Por geografía y evolución, suele emparentársele con Green Day, NOFX, Bad Religion, Rancid y Pennywise, un puñado de grupos que le dieron nueva vida y dirección al punk.

The Offspring comenzó en un garaje en 1983 bajo el nombre Manic Subsidal. Sus primeros años no difirieron mucho de otros grupos de punk de la zona: eran parte de una escena marginal, pequeña, idiosincrásica y ruidosa. Grabaron sus primeras demos en cassette y su primer single, “I’ll Be Waiting”, salió en un disco de 7 pulgadas. Su formación clásica —Dexter Holland (voz, guitarra), Noodles (guitarra), Greg K. (bajo) y Ron Welty (batería)— firmó con Nemesis Records, un pequeño sello de Long Beach, en 1988; su primer álbum homónimo salió el año siguiente.

Su historia no está exenta de momentos de shock, como cuando Noodles fue apuñalado en el hombro por un skinhead en un concierto contra la proliferación nuclear. Tras firmar para Epitaph, el sello independiente de Brett Gurewitz, guitarrista de Bad Religion, el grupo lanzó Ignition en 1992, logrando notoriedad nacional.

Pero fue Smash el punto más alto de The Offspring. Junto a Dookie de Green Day, este disco le dio un vuelco melódico a una música machacona y guitarrera y, con intención o sin ella, dio continuidad cultural y comercial al rock de los Estados Unidos. Con un sonido potente y callejero y singles infecciosos como “Come Out and Play”, “Self Esteem” y “Gotta Get Away”, fue además un éxito de ventas. A sus treinta años, se puede decir que es el mejor álbum del grupo y uno de los más importantes de toda esa década.

Platiqué, mientras repasaba el disco por enésima vez, con Richie Moontide Almaguer y Arturo Mockertino, guitarrista y baterista de la banda queretana Sinnk, respectivamente. Además de que son dos sujetos que saben de música, ambos han mencionado a The Offspring —y, en específico, a Smash— como uno de los fenómenos que les acompañaron en su formación como músicos y personas. Transcribo acá la conversación, editada en algunas partes para dar claridad y fluidez al texto. Es nuestra manera de festejar la treintena de un álbum que nos sigue gustando como el primer día que lo escuchamos.

*

RICHIE ALMAGUER: Para mí, Smash sigue siendo un disco fundamental del punk californiano. Es una agradable fusión de estilos arraigados en esa base y actitud punk. Son pocos los discos que aún escucho del género y la época, pero este sin duda es fundamental para mi formación musical junto a Punk in Drublic de NOFX, About Time de Pennywise y …And Out Come the Wolves de Rancid.

ESTEBAN CISNEROS: Al final, ese punk del sur de California resultó más influyente que otros estilos que parecían mejor encaminados. Se hizo cada vez más pop y derivó en un montón de cosas —algunas interesantes y otras no tanto— en el cambio de siglo: el happy punk, el emo, el nu metal. Y es que creo que The Offspring, como Green Day en Dookie, se arriesgó a ofrecer un sonido más pulido, más melódico. Una buena influencia de Nirvana, creo, es que trajo el ruido al mainstream pero manteniendo siempre un ángulo pop. Se nota mucho en Smash, ¿no?

RICHIE: Totalmente. Un amigo que fue a Alemania me trajo el disco anterior, Ignition, y ahí fue donde me sumergí de lleno en el punk. Así conocí a toda esa corriente californiana, el sello Epitaph, los compilados de Punk-O-Rama… Con el Dookie de Green Day se terminó de redondear esa comunión del grunge con el punk con sensibilidad pop. Smash es uno de esos discos que sigo escuchando con bastante regularidad. Además, no es como muchos de los discos californianos de la época, que todo el tiempo es la batería de caballazo y riffs rápidos. Aquí le meten bastante variedad, como en la rola ska «What Happened to You?” o en los singles como «Gotta Get Away», que tiene ecos grunge.

ESTEBAN: Yo fui consciente de los Offspring por primera vez gracias a un artículo en una revista que hablaba sobre Ixnay on the Hombre (febrero de 1997), el álbum que siguió a Smash. Yo en León, en 1994, era un niño y andaba en otras cosas, pero tres años después ya era un puberto inquieto. No eran tiempos de Internet y sólo ubiqué el nombre, que me llamó mucho la atención. Así que cuando salió Americana a finales de 1998, ya sabía quiénes eran y me dio gusto conocerlos por fin. Ahorré para comprar ese álbum y me encantó. De ahí, quise conocer toda la carrera anterior del grupo y cuando llegué a Smash, me gustó aún más que Americana, fue mi favorito de inmediato. Puedo decir que me impresionó.

RICHIE: Yo vivía en San Luis Potosí. Una tarde de verano, mientras sintonizaba MTV, salió una banda muy particular. Había un tipo con trencitas cantando en un tono agudo que nunca había escuchado antes, un guitarrista con unos lentezotes haciendo un riff egipcio y otro dude que se aparecía en pantalla de cuando en cuando diciendo «you gotta keep ‘em separated!«, todo en tonos sepia junto a imágenes súper random de carreras de caballos y competencias de esgrima. A mis escasos 13 años eso me voló la cabeza. nunca había visto ni escuchado algo similar.

ARTURO MOCKERTINO: Yo también conocí a los Offspring por Americana (noviembre de 1998) y gracias a MTV. Fuimos una generación que creció con la televisión por cable y si tenías acceso a MTV todo era muy, muy chido. Yo crecí en Querétaro. Me acuerdo que veía con Esteban el Top 20 los fines de semana y había una lucha de “Pretty Fly (For A White Guy)” con “You Get What You Give” de los New Radicals, dos singles que salieron casi al mismo tiempo. Ahí estaba en la lista en esos meses también “I’m Losing You” de John Lennon con Cheap Trick, así que imagínate.

Yo me adentré en la música gracias a The Offspring. Mi familia inmediata nunca fue muy musical, a pesar de que escuchábamos a Michael Jackson y cosas así. Fue hasta que prendí la MTV que empecé a ver la variedad de cosas que había, porque no era sólo la música pop que escuchaban o veían mis primos o amigos, era algo más. Además, recuerdo leer algo sobre ellos en alguna revista de música en uno de esos puestos verdes de revistas en la calle donde compraba los cómics de los Simpsons.

RICHIE: La verdad es que en esa época de pubertad MTV jugó un rol de tutor en mi vida. Lo mejor de todo es que prendías la tele y siempre había algo emocionante, hasta los mismos anuncios del canal estaban súper buenos. Yo ya era fan de Nirvana y ver ese vídeo fue como una vía libre para lo que ellos ya habían pavimentado. Yo en ese entonces no sabía nada de punk.

MOCKERTINO: Algo hizo que fueran los Offspring: la batería de Ron Welty. Me acuerdo que en la revista, para describirlo, decían que uno se cansaba nada más de escucharlo. ¡Y es que se sentía esa energía en el ritmo! Eso es lo que me encanta del grupo y del punk: no es tanto el sonido como la actitud del sonido.

ESTEBAN: Ese sonido frenético siempre me gustó. Y que hubiera otros ritmos, como el ska, me abrió portales a otras dimensiones en mi cabeza. Comenzaba a escuchar también reggae por Bob Marley y todo ese camino que sigues cuando lo conoces más a profundidad. Ya después, cuando me metí al movimiento mod y fui muy militante, fue aún mayor mi relación con esos ritmos. Pero sí que puedo decir que empezó aquí justamente con canciones como “What Happened to You?” Es sonido y es actitud.

RICHIE: Para mí, lo punk tiene más que ver con la actitud que con algún género musical. Al final, lo más punk que un punk puede hacer es hacer lo que menos se espera de un punk.

The Offspring de gira en 1994. Foto: Lisa Johnson.

ESTEBAN: Yo empecé en Americana pero me fui hacia atrás y, al llegar a Smash, quedé pasmado. Me recuerdo —con mucho cariño— todo sorprendido en esas primeras escuchas. Era más fuerte, más potente, más libre que sus otros discos y que casi cualquier otro de ese momento: Smash y Dookie fueron una gran escuela. Fue un trancazo, y a la vez, una confirmación de que estábamos viviendo una década —¡un siglo!— emocionante que se nos iba terminando… ¡y nos lo recordaban por todos lados! Todo mundo hablaba del año ‘99, del Y2K, del fin del milenio. Fue fuerte.

Cuando descubrí la música lo hice con discos viejos: yo me clavé con los años ’60 desde el inicio y, aunque aún esa obsesión persiste (y persistirá), fueron discos como Smash y Dookie y algunos más de rock, de punk y de britpop de esa época que me confirmaron que estaba viviendo un tiempo importante que iba a durar muy poco y había que aprovechar, que la juventud se nos iba a terminar en algún momento. Como ven, siempre he sido un poco ansioso. Pero fue una gran revelación para mí, la sensación de la posibilidad.

MOCKERTINO: Yo también, de Americana, me fui hacia atrás, hacia Ixnay on the Hombre y luego hacia Smash. Fue mi primera investigación personal de un interés propio, quería saber más y más. Ahí aprendí que si algo te gusta lo tienes que conocer a fondo. Hoy todo es más fácil con las plataformas de música, pero entonces era un reto bien bonito. Impulsado por esos sonidos, jugaba con mis amigos a The Offspring: yo tocaba la batería en mi cama y ellos tocaban escobas como guitarras. Smash, para mí, representa la madurez absoluta de este grupo, en el que son más ellos, están en su punto más alto. Como siempre lo dice Richie, mi vieja mula ya no es lo que era y este grupo hace mucho que dejó de ser lo que fue en Smash, pero hicieron ese disco y se quedó para los tiempos. Para mí, fue una influencia muy fuerte: mis gustos musicales se definieron allí y mis gustos musicales siempre han definido quién soy. No es algo que me tome a la ligera.

ESTEBAN: Y es un álbum que sigue siendo emocionante. Da algo de nostalgia, es cierto, pero funciona por sí mismo porque su música es poderosa. Siento que en Smash el grupo logra un balance genial entre el punk serio, militante, y el punk desmadroso con tendencia al humor escatológico. En otras facetas de su carrera, a los Offspring se les fue demasiado la mano con lo segundo…

MOCKERTINO: Hay momentos súbitos en el disco que son muy poderosos. Creo que más que un “fue y ya no” la cosa es que “fue y es”: como humanos, evolucionaron, se exigieron, cambiaron. Se adaptaron. ¡Pero aún lo tienen! Los vi en vivo por fin en octubre de 2016 y fue un concierto muy personal, mágico. Mis expectativas eran básicas, algo bajas, contemplando quiénes eran y la poca calidad de sus últimos discos. Esperaba escuchar muchas canciones que ya no me gustan tanto. Busqué estar en un buen lugar, casi al frente del escenario y, oh la lá, me pellizcaba el brazo para ver si no era un sueño de lo genial que sonaban y lo kickass que se veían. La rompieron con puros clásicos de mis tres discos favoritos. Para mí fue una volada de cabeza, mucha nostalgia, pero mucha euforia.

Es bonito saber que Smash existe y que lo conocí a una muy buena edad para que me acompañara en esa etapa de aprendizaje de vida. Es algo que no he soltado, ni pienso soltar, ni soltaré… ¡a pesar de haber estado un tiempo con una pareja a la que no le gustaban los Offspring! I know, I know…

RICHIE: Ha envejecido bien, aunque considero que quizá los mismos Offspring no lo han hecho muy bien. En Conspiracy of One tuvieron una oportunidad de reinventarse, de seguir añadiendo…

MOCKERTINO: Con todo, a mí ese grupo me dio un sentido de pertenencia. Mi familia es de futboleros, incluso con jugadores profesionales muy notorios por su etapa en los Atletas Campesinos. Me acuerdo mucho que la gente me preguntaba por qué a mí no me gustaba el futbol… ¡y lo intenté! Pero no terminaba de identificarme. Envidiaba a los fanáticos, ver cómo se apasionaban. Pero eso me pasó por fin con The Offspring y todas las cosas interesantes que sucedieron en esa época. Fue como un grito hacia mí, una posibilidad de expresión. La voz aguda de Dexter y, ya lo dije, la batería de Ron Welty me dijeron cosas. Esa primera formación del grupo fue explosiva. Cuando llegué a Smash fue como una revelación: este es mi grupo, esto es lo que yo quiero hacer, esto es lo que estaba buscando, tal vez de manera inconsciente. Encontré un lugar.

RICHIE: ¡Qué bueno que The Offspring te jaló hacia el lado musical! Es curioso que en su caso fue a la inversa: los conocieron por Americana y luego indagaron hacia el pasado para descubrir Smash. En mi caso fue al revés: crecí con eso. El vídeo de “Gotta Get Away” fue impresionante para mí en su momento. Una tocada punk en un coliseo, el mosh-pit, todo en blanco y negro… ¡Impresionante! Años más tarde, cuando vi el vídeo de “Want You Bad”, fue como ver a una banda completamente distinta, con colores brillantes, chicas guapas, espuma… Me gusta el contraste brutal entre ambos.

MOCKERTINO: El toque californiano: chicas, fiesta, playa, punk. Y, justamente, el feeling de “Gotta Get Away” es el de Smash. Así se siente este disco. Es un golpe.

RICHIE: La misma rola “Smash” me encanta. Es toda una declaración de principios. Además de su sonido, el coro dice: I’m not a trendy asshole: I do what I want, do what I feel like! I’m not a trendy asshole: just don’t give a fuck if it’s not enough for you!

MOCKERTINO: Si me preguntas, es una joya completa. Justo estoy viendo la portada y el arte del disco, todo me gusta. Este esqueleto en alto contraste, esos colores, la tipografía, todo habla de una época y de unas intenciones. Es toda una estética. Detalles como estos o, como dice Richie, el riff de “Come Out and Play”, son totalmente Offspring. Y los vídeos, las trencitas, los lentes de Noodles y su cabello largo, el impacto de todo eso junto. Construyeron un universo muy propio con elementos muy comunes pero bien combinados. 

RICHIE: En su momento fue un disco parteaguas, como Dookie o Nevermind de Nirvana, aunque a una escala apenas menor. Fue un crossover también, pero en este caso desde el punk underground hacia el mainstream. Al contrario de los otros dos álbumes, Smash fue lanzado por una disquera independiente, Epitaph, totalmente de nicho. Tiene aún hoy el récord de ser el disco con más ventas de una compañía independiente.

MOCKERTINO: Los Offspring, para mí, fueron todo en un momento crucial en mi vida en mis primeros años. Ya lo dije: por ellos comencé a sentir curiosidad por la batería —¡y ahora eso es lo que hago!—, tuve a mi primer gran amigo con el que me identifiqué en otro nivel y seguimos siendo amigos. Yo soñaba con poder sonar como ellos, me hicieron saltar jugando videojuegos en los que salían sus rolas de Smash. Para mí, fueron como un hermano que no tuve.

ESTEBAN: En mi caso, Smash fue un puente. Como ya dije, mi clavado a la música fue con los Beatles, los Beach Boys y los años ’60, que siguen siendo mi gran interés. Que existieran Smash, Dookie, Nevermind, todas esas cosas maravillosas de los ’90, me permitió brincar al ruido expresivo, porque eran discos y grupos que no sólo no le tenían miedo a la melodía, sino que la buscaban, era su razón de ser. Hacían canciones. De ahí brinqué a todo lo más experimental, lo más idiosincrásico, lo de nicho. Así que me siento muy agradecido por ello. Los ’90 fueron una época en la que el mainstream era todavía variado, heterogéneo. O quizás fue la última vez en que fui realmente impresionable…

RICHIE: Creo que los ‘90 fueron la última gran década. Musicalmente pasaron muchísimas cosas. A inicios estaba de moda el rap, en el Reino Unido sonaba el shoegaze, luego el britpop. En Estados Unidos explotó el grunge y con ello el punk también, luego a mediados de la década se popularizó el trip hop y la música electrónica, los raves, el neo swing, el nu metal, incluso las boy bands.  Quizá todo se fue a la mierda con la caída de las torres gemelas…

ESTEBAN: Yo estoy convencido de que el mundo como lo conocíamos se acabó la mañana del 11 de septiembre de 2001. A partir de ahí entramos a otra dimensión que no acabamos de comprender todavía…

ESTEBAN: Celebramos el cumpleaños de un álbum de música justo en una era en que el álbum de música ya no es un ente cultural definitorio. ¿Lo hacemos por nostalgia? ¿Por reivindicar un artefacto que era cultura y narración, que cargaba con significado y no sólo contenido? ¿Como tributo a algo que fue y ya no? ¿Por todas las anteriores? ¿Por alguna otra razón? 

RICHIE: Justo eso. Celebramos un álbum que trascendió dentro de una disquera independiente en una época en la que el Internet aún no era importante, compitiendo a la par con discos mainstream.

ESTEBAN: Eso me parece importante. Inspirador. Siempre me pareció que el pop, ante todo, estaba allí para que no perdiéramos el sentido del asombro ni el de la posibilidad. Y, por eso, había que mantenerlo vivo, hacer cada quien algo por y para la música. Pop matters.

En Smash también están dos cosas por las que los Offspring siempre me parecieron interesantes. Primero, en una revista, por ahí de 1999 o 2000, leí a Dexter recomendando The Catcher in the Rye de Salinger y yo, que ya tenía nociones de ese libro, tuve más ganas de conseguirlo. Lo leí justo en el 2000 y me cambió la vida. Eso me dijo que estos vatos tenían un mundo nerd más allá de lo evidente y eso me hizo identificarme con ellos, la cultura del rock filisteo nunca me atrajo mucho. Segundo, sus canciones solían ser críticas con el espíritu de la era; echaban desmadre y lo veían como necesario, pero también denunciaban cosas no sólo de la sociedad sino cuestiones nocivas de la misma escena punk y de la calle. Me parecía que, más allá de sus canciones de humor simplón, podían tomárselo todo con seriedad y respetaban lo que hacían. Very punk.

RICHIE: ¡Gran libro! Green Day también lo menciona en una de sus rolas de Kerplunk, “Who Wrote Holden Caulfield”. Por su parte, Dexter es doctor en biología molecular, tiene su propia marca de salsa picante (Gringo Bandito) y una disquera, Nitro Records, que catapultó a bandas como AFI. Es interesante la crítica que hacen a la sociedad gringa en muchas de sus rolas, desde la misma “Come Out and Play”, “Self Esteem” y “The Kids Aren’t Alright”. Very punk, indeed!

1994 fue un año muy importante en todo aspecto, incluso a nivel personal. Grandes discos salieron ese año. Murió Kurt, junto con el grunge. Yo tenía 12, 13 años y pase la mitad del año en San Luis y me mude a Querétaro en agosto del ‘94. Para mi ser puberto, fue un año de grandes cambios y fue el año que cimentó mis bases musicales. Ese año también tuve mi primera guitarra acústica y empecé a tocar de manera autodidacta.

MOCKERTINO: Yo no fui tan consciente de la importancia del ‘94 en su momento. No estaba metido en la música. Para mí sólo existían Michael Jackson, Dragon Ball, Los Caballeros del Zodiaco. Para mí era suficiente. Pero cuando lo veo en retrospectiva, mi despertar musical comenzó cuatro años después, es impresionante. ¿Qué estaba yo haciendo, entonces?

ESTEBAN: El ‘94 en México fue, además, bien difícil. EZLN, Colosio, la crisis… Fue el año en que muchos de nosotros, aún niños, abrimos los ojos al mundo. A la fuerza, claro, pero vimos la complejidad del mundo por primera vez, quizás. ¿El año de la pérdida de la inocencia?

RICHIE: Sí.

C/S.

8 de abril de 2024

*Esteban Cisneros (León, Guanajuato) es panza verde, escritor, músico de tres acordes, lector, dandi entre basura. Cuanto sabe lo aprendió entre surcos de vinilo y vermú y los Beatles. Está convencido de que la felicidad son los 37 minutos que dura el primer disco de Dexys Midnight Runners. Procura llevar una toalla a todos lados por si hay que hacer autoestop intergaláctico. Edita el fanzine y blog La Trampa del Bulevar y ha colaborado con periódicos, revistas de circulación nacional, otros fanzines y revistas digitales; actualmente escribe en su Substack. Su libro Van Dyke Parks (un poemario sobre el genial músico estadounidense), está disponible en Amazon.

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